jueves, 26 de abril de 2012

Declaración Pública de las Organizaciones Ciudadanas de Ñuñoa

Por la presente informamos a toda la comunidad de Ñuñoa, que se ha producido una nueva acción discriminatoria, excluyente y violenta, de parte del gobierno comunal. El alcalde, Pedro Sabat ha resuelto desalojar la sede del Colegio de Profesores de Ñuñoa, dada en comodato desde hace 15 años, ubicada en Exequiel Fernández 1344B.

La organizaciones abajo firmantes, expresamos nuestra más amplia y total solidaridad con el Comunal Ñuñoa del Colegio de Profesores frente a esta nueva acción unilateral y violenta del Alcalde Sabat, que pretende dejarlos sin su sede, intentando poner fin con resquicios ilegales al comodato  que desde el año 1997, les permite tener un local para desarrollar sus actividades, así como también las del Sindicato de Profesores de Ñuñoa.

En este espacio, se han realizado múltiples acciones a favor de la comunidad, como por ejemplo, acopio de alimentos no perecibles posterior al 27F, que fueron recogidos por redes de scouts, organizaciones católicas, Juntas de Vecinos, y muchos más en esos días oscuros y dramáticos. La lista a enumerar de actividades aquí es larga. El Colegio de Profesores siempre ha mantenido una política de puertas abiertas a la comunidad ñuñoina.

Por lo tanto, en este duro trance, es un deber moral para todos y todas apoyar y dar a conocer a todos y todas los vecinos y vecinas de nuestra comuna, los hechos ocurridos. Así lo sentimos y así procederemos también, con total e irrestricto apoyo en todas las acciones legales y movilizaciones a emprender para revertir esta medida.

Tenemos claro que esta actitud, es también una respuesta al importante rol jugado por el Colegio de Profesores de Ñuñoa en 2011 en las movilizaciones de profesorado y del estudiantado tanto de los liceos municipales como de los colegios subvencionados y privados de nuestra comuna.

Esta acción se suma a la persecución y a las represalias tomadas por la máxima autoridad del Gobierno Comunal a través de la Corporación de Educación de Ñuñoa contra profesores y estudiantes de los liceos municipalizados poniendo fin a los contratos de trabajo de 60 profesores y cancelando la matrícula a numerosos estudiantes, acción última revertida por los fallos de la justicia que obligó a los directores de dichos liceos a reintegrar a las y los estudiantes que ganaron en la Corte de Apelaciones de Santiago su derecho a la educación.

Llamamos a las organizaciones sociales de nuestra comuna y a toda la comunidad ñuñoína a expresar nuestro irrestricto respaldo al Colegio de Profesores de Ñuñoa y a rechazar esta nueva expresión de autoritarismo del Alcalde Pedro Sabat.

Solo la unidad de nuestras organizaciones impedirá que esta acción, así como  otras que el dictador de Ñuñoa intente aplicar al movimiento social de nuestra comuna, puedan fructificar en el futuro.


“Frente al Autoritarismo, la exclusión y la violencia, ¡¡ Participación Ciudadana  y Unidad de acción de nuestras Organizaciones!!”


Firman:

Junta de Vecinos Parque Gorostiaga U.V. N° 6
Centro Cultural Barrio Ñuñoa
Agrupación barrial Guillermo Franke
Centro Cultural Cordillera
Colectivo Babel
Centro Cultural del Sur
Junta de Vecinos Plaza Ñuñoa Sur U.V. N° 18
Bicicultura
ABC Bicicleta (Asociación de Consumidores Usuarios de Bicicletas)
Asamblea de Vecinos por la Reconstrucción de la Villa Olimpica
Red Ciudadana por Ñuñoa
Asamblea Social y Cultural Acuso
Comunidad Block 53 Villa Olímpica
Junta de Vecinos Universidad U.V. N° 19
Mujeres Democráticas
Juan Domingo Silva , Presidente del Centro Cultural Keluwe

sábado, 21 de abril de 2012

Planificación Territorial y Urbana caso a caso: La Corrupción disfrazada

El año 2008, el gobierno de Michelle Bachelet ingresó al Congreso un proyecto de ley que intentaba modificar la actual Ley General de Urbanismo y Construcciones.

Este proyecto no logró llegar a puerto, ya que las organizaciones ciudadanas que luchan por conquistar instrumentos de planificación territorial democráticos, participativos y que aseguren territorios y ciudades sustentables y a escala humana, ingresaron con el apoyo de parlamentarios cerca de 700 observaciones a dicho proyecto nacido en la Cámara Chilena de la Construcción. Finalmente, no se produjo consenso político en el Senado, ya que su aprobación produciría  grandes cambios territoriales, gestando inseguridad en la inversión  extranjera y un aumento de los conflictos sociales en los territorios y en las ciudades.
Entre los temas más importantes que no se llegó a consenso en la mesa de trabajo que se formó en ese tiempo entre el Minvu y los miembros de la Comisión de Vivienda y Urbanismo del Senado, fue cambiar la planificación del desarrollo urbano actualmente vigente por una planificación por  condiciones  o  una planificación de caso a caso o más bien la llamada “planificación de la corrupción y desigualdad”.

Hoy día, el gobierno de Piñera, retoma esta demanda de los especuladores del suelo y de la industria inmobiliaria, para modificar las actuales leyes urbanas y aumentar más aún el laissez faire en nuestros territorios.

El tema se está debatiendo en forma enmascarada en el Consejo de Asesores de la Política de Desarrollo Urbano del territorio. La intencionalidad de los gestores de este proyecto, es que se apruebe la idea en esa instancia para modificar la actual ley de planificación. Citamos las intenciones de los autores del texto de la revista Fundamenta N°42 de Mayo 2011 de la Cámara Chilena de la Construcción (CCHC):
Entre las múltiples prerrogativas del Ministerio de Vivienda y Urbanismo está la de dictar la Política Nacional de Desarrollo Urbano ¿Por qué es importante que Chile vuelva a tener una PNDU? Entre otras razones cito “Porque permitiría dar sustento y un sentido de coherencia a la reformulación global de la Ley General de Urbanismo y Construcciones y a su correspondiente Ordenanza General.”

En esta misma revista se define este término:“El sistema de planificación por condiciones es un modelo en el cual el territorio se entiende posible de ser desarrollado, siempre y cuando se cumpla con una serie de condiciones o exigencias, orientadas a que los desarrollos internalicen sus externalidades, medidas caso a caso en forma objetiva y transparente.” En breves palabras no existiría una exposición pública del plan y todos desconoceríamos lo que puede ocurrir en nuestro entorno o barrio.

En esta definición además no se establece una realidad indesmentible: el territorio de Chile  es ante todo un territorio de riesgo, geográficamente loco entre mar y cordillera ,con escaso suelo útil y uno de los países con más sismos, terremotos y tsunamis del mundo, por lo que la premisa de la CCHC es falsa, ya que solo una pequeña parte de territorio puede tener las condiciones de habitabilidad para el desarrollo urbano .Por otro lado ,si el suelo se mueve violentamente, las normas deben aún ser más estrictas para evitar las pérdidas humanas como lo demostró el año 2010, pérdidas gran parte gestadas por la escasa fiscalización a los profesionales y empresas de la construcción.

La norma actual trabaja por zonificación, lección aprendida históricamente por los errores de instalar actividades no complementarias en el mismo suelo, las cuales gestaban conflictos sociales entre los residentes y las industrias, oficinas o comercio. Actualmente se establece una base de planificación por zonificación la cual norma además según densidad, constructibilidad, altura, etc., permitiendo diferentes tipos de construcciones según se cumplan las condiciones urbanísticas. En breves palabras se establecen condiciones, pero con una base planimétrica clara para todos. La razón de esta normativa se basa en la Constitución Política del Estado que establece que la propiedad solo puede ser normada cuando obedece a una función social. Esta es la razón porque los estudios de los planes reguladores son largos y complejos, contemplando además los aspectos sociales, económicos y culturales para normar el bien común.

La gran falencia de esta ley, es la nula participación de la ciudadanía en el proceso de elaboración y aprobación de los Planes Reguladores Comunales, que inciden dramáticamente en la calidad de vida y el buen vivir de las vecinas y vecinos, quedando expuestos al arbitrio del político de turno en la alcaldía respectiva. Esto lo podemos constatar en comunas con alcaldes inmobiliarios como Ñuñoa, La Reina, Macul, Santiago, Valparaíso, Concepción, Temuco. Iquique, Castro, Peñalolen y muchas otras ciudades en todo el país.

Hoy día, las y los habitantes de las ciudades viven  día a día los  nefastos efectos de monstruosas edificaciones que dejaron externalidades urbanas negativas de por vida, y que nunca fueron fiscalizados a pesar de estar normados en la ley, como la falta de áreas verdes y espacios públicos, de equipamiento social, de vías de circulación , de servicios públicos, etc. El costo social de dichas externalidades no puede quedar al arbitrio del alcalde de turno, ya que la realidad nos ha demostrado su fracaso.

Si todos los días vemos  a través de la prensa la corrupción existente en los municipios, imagínense si ellos quedan a cargo de establecer “caso a caso” las condiciones para cada edificación.

La especulación del suelo solo traería más beneficios  a las empresas que manejan el lobby político, creando burbujas de especulación inmobiliaria en todo territorio nacional.

Por ello ahora es el momento de decir basta de favorecer a las grandes empresas de la industria inmobiliaria y a la banca hipotecaria a costa de la gran mayoría de la población, cada día más empobrecida, más endeudada, con menos oportunidades y con una peor calidad de vida. Las ciudadanas y los ciudadanos queremos reglas claras, igualdad ante la ley y una ciudad para proteger la vida, a nuestras familias, a la sociedad y por cierto al medio ambiente.

*Por Katia Cotoras y Moisés Scherman 

jueves, 19 de abril de 2012

La ruina urbana por Camilo Marks

Chile debe haber sido el país más insignificante del imperio español, no solo por ser uno de los más pobres, sino también por encontrarse, literalmente, en el último rincón del mundo.
En consecuencia, no se levantaron ciudades esplendorosas, construidas sobre las ruinas de civilizaciones arrasadas –como México o Lima- ni tampoco tuvimos urbes coloniales y poscoloniales que pudieran rivalizar con las europeas, como es el caso de Buenos Aires, Río de Janeiro o Quito.
Santiago, nuestra capital, jamás pudo rivalizar con ellas en cuanto a arquitectura, trazado vial o poderío económico.
Sin embargo, era tranquila, poco pretenciosa, tenía su gracia y estaba emplazada en un marco geográfico espectacular, al pie de la cordillera de los Andes. Todo esto duró, más o menos, hasta los años 50, porque hoy debe ser una de las ciudades más feas, menos atractivas y más contaminadas del orbe.
Es difícil saber con algo de precisión cuándo comenzó la decadencia irreversible de Santiago, pero es factible establecer ciertos hitos que la fueron transformando en el indescriptible adefesio que ha pasado a ser hoy en día.
Hace unas tres décadas, se abrió un horrendo tajo en mitad de la Alameda, llamado carretera Norte-Sur, un atentado urbanístico, un horror a la vista, un sinsentido mayúsculo, que además se tradujo en la demolición de antiguas calles y hermosas mansiones señoriales, sin otro propósito que ver circular, durante las 24 horas del día, vehículos motorizados que hacen un ruido insoportable y han convertido a esa extensa zona en algo que da miedo ver.
Más tarde, se abrió otra zanja gigantesca, esta vez en la avenida General Velásquez, con similares características, convirtiéndose nuestra capital en la única ciudad importante del planeta que fue seccionada en dos partes para beneficio de autos, buses, camiones y otros medios de transporte.
Como todo nos llega tarde, se emplazaron rotondas viales cuando ya se sabía que solo servían para congestionar el tráfico, se alzaron caracoles cuando ya se había descubierto su falta de utilidad comercial y ahora último comenzó la fiebre de los malls y las autopistas.
Los centros comerciales al estilo norteamericano no parecen, por el momento, batirse en retirada, pero las autopistas interiores sí, porque solo sirven para producir caos, atochamientos de horas y gravísimos problemas a sus usuarios.
Además, ¿a quienes sirven?
En Santiago, exclusivamente a un reducidísimo sector de la población, que se traslada en poco rato desde los suburbios del lujo y la riqueza hasta el centro o el aeropuerto; la inmensa mayoría de los habitantes nunca conocerá sus hipotéticas ventajas ni estará en condiciones de pagar los estratosféricos peajes. De modo que a las multimillonarias inversiones, debe agregarse su muy escasa utilidad.
En cuanto a áreas verdes, el tema da para componer un réquiem a todo cuanto huela a pasto, a silvestre o a ínfimamente ecológico.
Las calles arboladas desaparecieron, los parques se han reducido a espacios raquíticos, las plazas se han cubierto de concreto o han pasado a ser sitios esmirriados y hasta peligrosos.
Donde antes había vegetación y se podía escuchar el canto de los pájaros u oler la fragancia de las flores, ahora hay pavimento, concreto, hormigón, en suma, peladeros desolados.
Tenemos un récord universal en cuanto a aniquilamiento de una joya arbolada, única en el continente: el cerro Santa Lucía.
El que otrora fuese uno de los centros de esparcimiento más bellos de la capital, se encuentra en el presente cubierto íntegramente por edificios, todos horrorosos, de modo que no es posible mirarlo en forma completa desde ningún punto de Santiago.
No hay que ser fatalista, sino simplemente realista, para predecir que lo mismo sucederá con el San Cristóbal, que será tapado por el cemento, los vidrios y el acero y perforado de túneles por donde correrán coches que se dirigen a misteriosos enclaves.
Es natural que la gente quiera vivir en departamentos, pues son cómodos, prestan múltiples servicios y tal vez den seguridad. Pero no es racional destrozar barrios enteros para alzar miles de torres que, a estas alturas, impiden contemplar cualquier cosa, desde las veredas hasta el cielo.
El famoso Sanhattan, aparte de ser una monstruosidad que liquidó elegantes sectores residenciales, carece del más mínimo sello propio y bien podría confundirse con Atlanta o Kansas City.
Desde la Plaza Italia hasta Maipú se han erigido incontables construcciones que conforman un vastísimo e interminable paisaje, devastado y deprimente hasta para los optimistas acérrimos.
Al igual que sucedió con los caracoles, se hallan condenados a un envejecimiento y desgaste lentos, al comienzo imperceptible y a la larga inevitable.
El negocio inmobiliario (en España se le llamó burbuja) casi siempre tiene un inicio eufórico y un final nada de feliz.
La deficiente calidad de las habitaciones, las terminaciones baratas, el ahorro en los costos y otros factores, pronto convertirán a estos mamuts en viviendas depreciadas, en creciente deterioro, a veces tan inhóspitos como para querer salir arrancando a cualquier lugar.
Lo que ahora puede parecer un feliz destino para una familia de clase media aspiracional, en el futuro podría pasar a ser un callejón sin salida
Fealdad irremisible, degradación ambiental, suciedad irremediable, aridez y polvo incesantes, son una parte del paisaje de Santiago.
Y se trata del paisaje más habitable y grato, el que ocupan las clases altas y medias, no el otro, esa tierra de nadie conformada por las poblaciones periféricas y las zonas sin Dios ni ley donde campean la pobreza extrema y el delito. Porque ahí sí que no hay grandes obras de infraestructura, sino calles apenas transitables y casas que de eso únicamente tienen el nombre.
En esa inmensa superficie donde, mal que mal, vive la mayor parte de los santiaguinos, no habrá supercarreteras, pasos peatonales, puentes ni otros
trabajos de envergadura.
Ni tampoco las empresas constructoras, apoyadas por bancos e instituciones financieras, erigirán sus mastodónticos edificios, destinados a succionar los ahorros de la gente para cumplir el sueño de una vida.
La ruina urbana de Santiago expresa, una vez más, la insalvable división en clases sociales y la total ausencia de participación de los ciudadanos.
A nadie se le ha preguntado jamás si quería lo que ahora tiene. Muy pocos, poquísimos en verdad, son conscientes de lo que ven a diario. Y como viene sucediendo en los últimos tiempos, un grupo minúsculo decide todo lo que tenemos y vemos.
Fuente: http://blogs.cooperativa.cl/opinion/cultura/20120412082321/la-ruina-urbana/

martes, 10 de abril de 2012

2012: Año de la Defensa de los Espacios Públicos en Ñuñoa


A recuperar el Parque Gorostiaga










A impedir la privatización vía licitación del Parque Ramón Cruz y del Teatro Griego del Parque Juan XXII




A impedir la demolición de la Pérgola de la Plaza Ñuñoa

Ñuñoa se une para parar la marea privatizadora de Sabat !!!